Los zapatos de Avinoam, capítulo dos

Los zapatos de Avinoam, capítulo dos

El león de Bei Ilaei

 

- No se ve nada… intento abrir los ojos pero no puedo, no sé qué voy a encontrar  de frente… Uy! uy! se oye un rugido a lo lejos… Se acerca, uy! uy..! Creía ser valiente, sí mucho, pero ahora estoy paralizado, no sé si abrir los ojos y echar a correr, o seguir así como si fuera invisible.

Anochecía, Avinoam sólo disponía de sus oídos para saber qué estaba ocurriendo realmente. Era un rugido estremecedor, todo el bosque parecía estar agitado, los troncos de las encinas crujían, los pedruscos chocaban unos con otros, la tierra temblaba y los animales corrían desesperados a sus guaridas. Avinoam seguía estupefacto, reteniendo su respiración, con su cuerpo rígido, clavado al suelo. Los pensamientos en su cabeza iban y venían velozmente, ¡también estaban temerosos! Y de pronto uno de los pensamientos se detuvo en la siguiente historia del Talmud:

Y le dijo el César a Rabi Ieoshua Ben Janania, “El profeta Amós compara el temor que tiene el hombre a HaShem con el temor que tiene el hombre al rugido de un león”. Le preguntó el César, “¿Cuál es la grandeza? ¡Un guerrero puede matar a un león!”. Le contestó Rabi Ioshua Ben Janania, “El profeta no se refiere a un león común sino al león de Bei Ilaei (dice Rav Kahana, ¡Que de una oreja a la otra de ese león había de cuatro a cinco metros!). ¡Imagínense qué longitud tenía el cuerpo! El César entusiasmado pidió a Rabi Ieoshua Ben Janania que se lo mostrara. Y éste le contestó, “No soportarás verlo”. “Aún así quiero verlo”, insistió el César. Entonces Rabi Ieoshua Ben Janania rezó a HaShem y el león de Bei Ilaei salió de su lugar rumbo a Roma. Cuando el león se encontraba una distancia de unos 400 km de la ciudad, rugió y ocurrió que todas las mujeres embarazadas perdieron sus hijos y la muralla de Roma cayó. Al acercarse a una distancia de 300 km volvió a rugir y esta vez a todos los hombres de Roma se les cayeron los dientes, y el Cesar se cayó también de su trono. Lleno de temor, el Cesar le rogó a Rabi Ioshua Ben Janania que devolviera el león a su lugar. Y cuando Rabi Ioshua Ben Janania rezó nuevamente a HaShem, el león volvió a su lugar.

Sin saber cómo, la respiración de Avinoam se hizo más lenta y su corazón comenzó a sentir una paz impresionante. Volvió a oír el mismo rugido de antes, pero ahora no se asustó, y siguiendo el ejemplo de Rabi Ioshua Ben Janania rogó a HaShem con todo su corazón, toda su alma y todas sus fuerzas para que enviara al león de vuelta a su lugar de origen.

HaShem escuchó su plegaria y la tranquilidad regresó al bosque. Poco a poco Avinoam fue abriendo sus ojos y vio cómo los animales salían de sus refugios a buscar alimento entre la extensa variedad de hierbas y raíces. Se oían grillos, búhos, ranas y un sin fin de sonidos, todos juntos parecían formar un gran coro, muy bien orquestado.

-  ¡Qué maravilla! ¡Qué sensación más dulce! Cuántas criaturas se mueven por aquí, todas buscan cómo deleitarse, a unas les gusta le hierba fina y jugosa, a otras las semillas secas y duras, también encuentran raíces en la la profundidad de la tierra. ¡Cuánta variedad de vida¡ Cada uno tiene su propia necesidad y forma de disfrutar. ¿Y las neshamot cómo se deleitan?

Avinoam volvió a recuperar fuerzas, así era él, siempre con ganas de emprender nuevas aventuras. Su paso era decidido, ágil como el de una gacela. Pero la experiencia vivida con el león, hizo que Avinoam sintiera crecer un nudo en su garganta, y dos caudalosas lágrimas se deslizaron por sus mejillas hasta caer sobre la hojarasca. Se paró, y al bajar la mirada para ver dónde habían caído, escuchó un susurro tenue, casi imperceptible, pero familiar.

- Psss, Avinoam, no llores ¡estoy aquí!

- ¿Dónde?

- A tu lado, donde he estado todo el tiempo.

- ¿De veras? ¿No me has dejado ni un segundo…? Entonces, ¡también has oído el rugido del león! ¿Y porqué no me hablabas?

- Porque quería ver cómo te las arreglabas tú solo con tu propia neshamá.

- ¿Y he pasado la prueba?

- ¡Ja, ja, ja! Sí, con ¡éxito!

- ¡Qué contento estoy de oirte!

- ¿Sigues teniendo preguntas?

- Sí, sí, son tantas, ¡tantas! A ver… empecemos por ésta… Los elefantes son los animales terrestres más grandes que existen, cuando nacen pesan unos 120 kg. Se alimentan de hierbas, cortezas de árboles y algunos arbustos, ¡pueden llegar a ingerir unos 200 kg en un día! ¿Sabes qué les apasiona?

- No.

- ¡La sal!... Espera, sigo contándote… Las abejas se alimentan del polen y el néctar de las plantas. Ellas son comunitarias, buenas trabajadoras, además de ocuparse de mantener a sus crías, polinizan las flores, que más tarde darán frutos al hombre, y producen miel para que nosotros podamos disfrutarla en Rosh Hashaná y durante todo el año. Ellas se deleitan con el néctar y hacen que nosotros nos deleitemos con su miel. Y las gacelas…

- Espera, ya entiendo… ¿Quieres saber cómo nos deleitamos nosotras las neshamot?

- Ufff! ¡Lo has adivinado! ¿Cómo hacéis para ser tan inteligentes?

- Tontuelo, tú mismo hiciste esa pregunta antes…

- ¡¡¡Ah!!!

- Avinoam, ¿verdad que te encanta el chocolate?

- ¡Sí, sí!

- Si te diera un chocolate ¿estarías contento?

- ¡Sí, mucho!

- Pero una vez te lo hayas comido, ese momento feliz habrá pasado. ¿Te gustaría que ese instante durara por siempre?

- ¡Claro! Pero mi madre dice que comer mucho chocolate da dolor de estómago, entonces ¿cómo voy a poder comer sin parar?

- No es así.

- ¿Quién está más alegre, quien da o quien recibe?

- Mmm…

- La respuesta es muy simple y por medio de una prueba puedes obtenerla. Elige la golosina que más te gusta, elige a un compañero favorito y ahora piensa, ¿cuánto tiempo te llevaría comer la golosina?

- ¡Dos minutos!

- ¿Serías capaz de darle toda la golosina a tu compañero? Si lo eres, me contarás tu experiencia al día siguiente. ¿Qué te parece si lo pruebas mañana en el Talmud Torá? Así tendrás la respuesta de quién es más alegre, quién da o quien recibe. ¡Behatslajá!

Continúa.

 

Zambullida!

Para que padres y educadores trabajen con los chicos

- ¿Se puede escuchar a la neshamá?

- ¿Alguién la ha visto?

- ¿Qués es la neshamá?

- ¿Cómo se deleita?

Las respuestas las daremos en la próxima entrega del capítulo tres de Los calcetines de Avinoam.

 

 

Respuestas al capítulo anterior, Avinoam descubre su neshamá

Zambullida!

Para que padres y educadores trabajen con los chicos

El ser humano tiene cuerpo y neshamá. El cuerpo necesita alimentos materiales y la neshamá también pero son alimentos espirituales.

- ¿Qué es el alimento espiritual?

El maná era un alimento espiritual

- ¿Alguien lo ha comido?

- ¿Quiénes y cuando lo comieron?

Am Israel, durante cuarenta años en el desierto

- ¿Qué bendición decían antes de comerlo?

Nosotros antes de comer el pan decimos “Hamotsí lejem min haaretz” y ellos decían “Hamotsí lejem min hashamaim”

- ¿Existe aún ese alimento espiritual?

- ¿Dónde está?

HaShem le dijo a Moshé que lo guardara en un frasco. El profeta Shmuel se lo mostró a Am Israel en su generación. Y hoy está escondido hasta que se construya el Beit Hamikdash.

 

© 2011 Avico, ravdavid@orpnimi.org.il

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